la marea
calma y constante
se desnuda
en su desembarco
a las orillas de la fosa
la lluvia repiquetea
entre los cristales
que tímidos,
curiosamente miran
y buscan ser vistos
la marea indica
el camino al hospital naval
entre la roca
lisa y llana
y busco la lluvia
que toma intensidad,
se hace grito
en sus vibraciones
en sus silencios
en sus memorias
en sus presencias
un ejército
inocente y diminuto
corre, y entre sonrisas
ataca y hace juego
y la caballería
con sus violines de cartón
nos lee a un grito íntimo
sus vulnerabilidades
sus historias
sus abrazos
sus bailes
sus musicas
como el plomo
de una ametralladora
de papel
que nos golpea
abriendo así paso
para un otro
y no doliera ya,
tanto no saber
qué cosas no reprimimos hacer
o qué cosas no hicimos para estar bien
en esos tiempos
tan de acá, tan de allá
hay una quietud
que grita,
una procesión de
barcos que caminan
sobre la verde marea,
y que conducen la
lluvia con su megáfono
así ya nadie
ni ahora o nunca
se olvidará
de los nombres
que son ya de todes
que en la roca
nosotres grabamos